Época: Arte Español del Siglo XVIII
Inicio: Año 1700
Fin: Año 1800

Antecedente:
La genialidad de Francisco Salzillo
Siguientes:
Aproximación a su personalidad
Conocimientos técnicos
La clientela
La obra
Los discípulos y lo salzillesco

(C) Germán Ramallo Asensio



Comentario

En 1707, cuando ya su padre habría hecho una clientela y afianzado su taller, tanto como para admitir discípulos, vino al mundo Francisco, el tercero de los hijos, primer varón, para el que don Nicolás Salzillo querría una selecta educación que lo pudiera alejar del trabajo manual. Así lo puso a estudiar con los jesuitas, al tiempo que tomaba clases de dibujo y colorido con el presbítero don Manuel Sánchez. Desde siempre se viene afirmando también que llegó a ingresar como novicio en los dominicos, orden para la que su padre trabajaba frecuentemente y que él mismo haría años después. Así, su infancia y juventud parecen transcurrir con la tranquilidad que propicia una vida provinciana y una familia de estatus social y económico holgado, formándose intelectualmente y en las artes que serían completadas con la instrucción en el modelado y escultura que recibiera en su propia casa.
La muerte del padre en el año 1727, le obligó, con veinte años, a colocarse al frente del taller y no sólo como gestor o director del trabajo que hicieran los oficiales y aprendices que allí hubiera, sino tomando directamente las herramientas para concluir de su mano las esculturas que habían quedado a medio hacer, y de entre ellas una Santa Inés de Monte Pulciano, santa dominica que había sido canonizada el año anterior.

Queda doña Isabel y sus seis hermanos a su cargo: Teresa, José Antonio, Magdalena, Francisca de Paula, Inés y Patricio, teniendo la mayor 23 años y los dos pequeños, 10 y 5, respectivamente. Con este panorama no es difícil aceptar lo que se dice del viaje frustrado a Roma, y también es lógico que entre todos ayudaran hasta conseguir perfeccionarse como así lo hicieron José Antonio en el primer tallado de las figuras, y más tarde Inés y Patricio en la colocación de postizos y policromía. Desde el primer momento se pretendía que todo quedara en casa; los discípulos llegaron después.

En el mismo silencio que había vivido sus primeros veinte años continuó hasta que acontecieron dos desgracias seguidas: la muerte en el año 1744 de su hermano José Antonio, y la de su madre al año siguiente. Antes, el 35, había habido otra baja familiar: su hermana Francisca de Paula había ingresado en las monjas capuchinas, y su hermano menor, Patricio, se orientaba hacia el sacerdocio.

Al año siguiente de la muerte de su madre contrae matrimonio con la hija de un platero: doña Juana Vallejo Martínez Taibilla, de familia también muy religiosa ya que tiene un hermano, José, sacerdote, y otro, Agustín, fraile agustino. Para ese tiempo ya está haciendo Salzillo las más bellas obras que culminarán en la década siguiente. Al casarse, su hermana Mª Magdalena abandona la casa, mientras los otros tres hermanos permanecen con los recién casados, hasta que Inés hace una buena boda con el procurador don Francisco García Comendador.

Francisco Salzillo y Juana Vallejo no fueron muy afortunados con los hijos; en 1748 tuvieron una hija, Catalina de Rizis, que murió pronto, luego un varón en el 50, al que pusieron Nicolás y también falleció, y por fin en el 53, otra hija, María Fulgencia, a la que su padre alcanzó a ver bien casada con don Salvador López Núñez, hijo del regidor del Ayuntamiento.

Se viene diciendo desde Ceán que hacia mediados del siglo se le llamó a Madrid a fin de que colaborase en las esculturas que, bajo la dirección de Olivieri y Castro, se estaban haciendo para decoración del nuevo Palacio Real, y también se dice que no aceptó. Lo que sí es cierto es que en el 55 le distinguió el Ayuntamiento de Murcia con el título de escultor y modelista de la ciudad.

En 1765 murió su esposa y, pese a la corta edad de su hija, no volvió a casarse. Dos años después hizo testamento y por él sabemos que, para entonces, estaban en su casa José López y Roque López, a los que deja sendos juegos completos de herramientas de trabajo.

En el mismo año 65 fundó una academia de dibujo en su propia casa; allí se estudiaban modelos y se copiaba del natural. Fue ésta una auténtica avanzadilla en la ciudad y un buen prolegómeno a la organizada por la Sociedad Económica de Amigos del País, de la que fue nombrado director desde el momento de su inauguración en 1779.

Para ese año Salzillo ya estaba muy viejo, aunque seguía en plena actividad; aún se compromete con encargos (San Pedro, de su parroquia, o Los Azotes, para Librilla), pero a principios del 83 enfermó, testando en 20 de febrero y expirando el 2 de marzo de ese mismo año. Fueron 55 años de intenso trabajo, en general bien hecho, que pudo dar de sí ese elevado número de obras (1729) que cita su primer biógrafo Ceán Bermúdez.